Joan M. Pujals
La Vanguardia(26.06.2000)
Josep Vallverdú ha recibido el Premi d’Honor de les Lletres Catalanes, instituido por Òmnium Cultural, en reconocimiento a una larga trayectoria de servicio a la cultura catalana, especialmente como narrador para el público infantil y juvenil. Vallverdú ha sido un escritor muy prolífico: en su conjunto ha publicado unas ochenta obras originales y otras tantas traducciones (de Edgar Allan Poe, John Steinbeck, Graham Green, Arthur Conan Doyle o Oscar Wilde).
“Quien conoce a Vallverdú como autor sabe que su envidiable vicio por la escritura lo ha llevado a embarcarse en una nave de creación intensísima, la cantidad de manifestaciones literarias que ha generado desvela el temperamento creativo y la constancia de un hombre enamorado de la lengua y de las historias”. Estas palabras de Rosa M. Mesalles en el prólogo de La lluna amb les dents, una selección de artículos publicados entre los años 1968-1988, resumen muy bien una personalidad literaria que ha tenido también su vertiente periodística. “En 1951 conocí, en Sant Feliu de Guíxols, a Gaziel –recordaba el propio Josep Vallverdú-. Aquel periodista “mestrívol” me dio su amistad y, por las conversaciones que mantuve con él, me fue posible comprender qué quiere decir una tribuna periodista, particularmente qué quería decir en los años en que la prensa escrita formaba opinón, y satisfacía tanto la sed de noticias como de comentarios sazonados”.
Josep Vallverdú siempre ha escrito, dicho sea con sus propias palabras, “desde un ángulo que buscaba convocatorias éticas”. Desde esta preocupación de tipo humanista ha cultivado la escritura en sus más diversos géneros: el artículo, el ensayo, el libro de viaje, el teatro, el libro de estudio, la narrativa, la autobiografía… Cuando este próximo otoño sea publicado el tercer volumen de sus memorias quizá nos sea desvelado el misterio de la infancia de un escritor que tantos esfuerzos ha dedicado a la literatura para niños y para jóvenes. Vallverdú es un auténtico maestro en esta modalidad de escritura.
En su discurso de agradecimiento en el acto de concesión del Premi d’Honor, Vallverdú hizo mención de la feliz coincidencia del acto en el Palau de la Músicacon la celebración, este mismo año, del cincuentenario de la muerte de Josep M. Folch i Torres, el gran iniciador a la lectura en catalán de diversas generaciones de anteguerra. Se podria añadir otra commemoración coincidente: el centenario de Antoine de Saint-Exupery, el autor de Le petit prince, uno de los libros más significativos en toda la historia de la narrativa infantil y juvenil.
Como el mismo Saint-Exupery, Vallverdú jamás ha puesto en duda la extraordinaria capacidad de los niños para comprender la infinidad de mundos sutiles que tantas veces se escapan a tantos adultos incapaces de ver lo que no sea su realidad immediata. “No hay personas más inteligentes que los niños”, afirma. No es raro que él los haya tratado de tu a tu en sus historias, con honestidad y sentido común, considerándolos más capaces de entender de lo que a veces se suele pensar. Vallverdú ha sido su amigo escritor y ellos lo han querido leer sin reservas.
Rovelló ha sido y es su gran clásico (23 ediciones en catalán, 18 en castellano, tres en euskera, se ha traducido también al francès, al italiano y al ruso, y pronto podrán verse sus aventuras en la pantalla televisiva). Su traducción francesa (Vif argent) fue considerada por la Académie des Jeunes Lecteurs de França el mejor libro de este género d 1989. A esta título deben añadirse L’alcalde Ferrovell, l’illa groga, En Roc drapaire o Trampa sota les aigües (que cuenta con más de veinte ediciones).
Josep Vallverdú se ha convertido en un escritor tan leído como admirado. Ha escrito de una manera constante y sencilla, buscando cautivar al lector pero sin hacer concesiones a la facilidad, sin rebajar la calidad del lenguaje o el nivel de accesibilidad a temas de calado. No sólo ha hecho escuela en el mundo de la literatura infantil, sino que muchos de los actuales escritores para esta franja de público reconocen su magisterio, cosa de la que en su discurso admitió sentirse muy orgulloso.
Llevan el nombre de Josep Vallverdú desde un centro educativo hasta un importante premio de ensayo. Desde 1991 es miembro dela SeccióFilològicade l’Institut d’Estudis Catalans. Es hoy el mayor referente literario de las tierras de Lleida. Guardo un imborrable recuerdo del día en que en la iglesia de Agramunt despedíamos al polifacético y recientemente desaparecido Guillem Viladot. Con palabras que le salían directamente del corazón, Josep Vallverdú habló de un modo tan emocionado como emocionante que nos representaba a todos.
Impecable en el porte y en la actitud cívica, Josep Vallverdú ha consagrado su vida a la educación en su más noble sentido. Con el Premi d’Honor de les Lletres Catalanes se le reconocen ahora los méritos contraídos en una larga y fecunda carrera literaria, así como sus esfuerzos para contribuir a que las nuevas generaciones de catalanes no fueran analfabetas en su propia lengua. Ética y talento se funden en Josep Vallverdú.
Joan M. Pujals
Político y escritor